Capitulo I
La infancia es ese territorio perdido al que sólo se entra por puertas secretas, como la puerta en el muro de H.G. Wells, disimulada por una enredadera carmesí, “que a través de una pared verdadera conducía a realidades inmortales…”
S. Ramírez
Me vi desde arriba -como dicen verse los que han estado al borde de la muerte- con un corte de pelo en forma de “guacalito”, al estilo indígena yanomami, llevando un vestido a rayas celeste con blanco, de piqué, con el cuello en forma de babero cuadrado de tira bordada. Todo me picaba por la tela. Estaba con mi hermano Jacinto en la puerta de la casa de mis tías cerca de la iglesia El Calvario de la vieja Managua de antes del terremoto del setenta y dos, con alboroto de gritos y música de fondo porque se celebraba la fiesta de boda de mi prima Melisa en la que dicen que llevé los anillos. Siguió en mi recuerdo otra escena de la misma película, en una acera de Managua, tomada de la mano de mi papá en espera de mi madre que llegaba de Costa Rica en un autobús de la empresa Tica Bus. – Leer capítulo completo –